Presentación

"Él es mi amigo más querido y el más cruel de mis rivales,

mi confidente y el que me traiciona,

el que me apoya y el que de mí depende;

y lo más espantoso de todo:

es mi igual"



viernes, 11 de noviembre de 2011

Memoria de Arena I

El otro día estaba escribiendo uno de mis fics cuando ésta idea me vino a la mente. Recordé que en Hacia nuestro futuro y Nuestro futuro no puse memorias de la familia Sabaku, así que comenzaré a hacerles ese honor, al menos en el blog XD ¡Espero que les guste!

MEMORIAS DE ARENA

I

Gaara había tenido una niñez sumamente complicada: la muerte de su madre, convertirse en el jinchuuriki de Shukaku, ser considerado una amenaza para su aldea, sufrir el odio y repulsión de todos e incluso intentar ser asesinado por su tío quien seguía órdenes de su propio padre. Todo eso lo volvió un ser frío, solitario y sediento de sangre, pero afortunadamente se encontró con un rayo de luz: Uzumaki Naruto, quien se volvió su amigo más preciado y algo así como un maestro de vida.

 Ahora, varios años después y siendo Kazekage de Suna, Sabaku no Gaara se encontraba sentado en una mecedora mientras en sus brazos acunaba a un bebé, o más específicamente, a Sabaku no Hayate, su primer hijo quien tenía apenas una semana de nacido. Su hermano Kankurou y Baki se estaban ocupando de los asuntos de la aldea porque querían que él se recuperara por completo de la cesárea, y si bien el pelirrojo ya se sentía en perfectas condiciones, la verdad es que no tenía prisa en volver al trabajo, ya que en ese tiempo no había querido separarse de Hayate.
-Creo que puedo comprender lo que mi madre sintió cuando yo nací –murmuró acariciando la carita de su bebé-. Por años me hicieron pensar que ella me odiaba y por lo mismo me volví alguien sumamente peligroso, pero al final resultó todo lo contrario, ella no deseaba que yo sufriera todo ese dolor.
-¿Te arrepientes de lo que pasó?
Gaara volteó a la puerta encontrándose con Sai, su esposo y guardaespaldas, quien lo observaba fijamente.
-No me puedo arrepentir –contestó-. Valió la pena para poder llegar hasta hoy.
-Es cierto.
Sai contempló a su pareja quien seguía meciéndose con el pequeño. Él tampoco era un as en lo que se refería a comprender los sentimientos. Todo lo que había logrado avanzar era gracias a la influencia de Naruto y a la convivencia con Gaara. Se casaron muy rápido, de modo que habían tenido que aprender muchas cosas juntos. Sin embargo, verlo así, con su hijito en brazos, no tenía comparación con nada de lo que hubiese vivido.
-¡Sai! ¿Qué te pasa?
El pelinegro reaccionó al notar la preocupación y desconcierto del pelirrojo. Se tocó una mejilla al sentirla húmeda y fue cuando se dio cuenta de que una lágrima había escapado de su ojo, de ahí la pregunta de Gaara.
-No  es nada –contestó caminando hacia él y se agachó hasta quedar a la altura del bebé-. Entonces esto es a lo que llaman una cálida familia, ¿verdad? –le sonrió
-… Supongo –sonrió también-. Tú y yo estamos lejos de ser perfectos, por eso debemos poner todo nuestro empeño en proteger a esta familia.
-Claro, te lo prometo, Gaara-chan –besó la cabecito del pequeño-. Haya-chan, a ti te prometo que pronto te daremos un otouto o una imouto, jejeje.
-¡Idiota! ¡Si apenas tuvimos a Hayate!
-Es que esto de la paternidad es increíble –rió ante la avergonzada cara del pelirrojo y acurrucó su cabeza en el regazo de éste
Gaara siguió observándolo de forma asesina, luego relajó su semblante y le acarició el cabello negro.

Ninguno de los dos sabía mucho cómo debía ser una cálida familia ni cómo debían orientar los padres a los hijos, sin embargo harían todo lo posible por hacer felices a sus hijos. Porque sí, Gaara pensaba cumplirle a Sai ese sueño de tener otro bebé, pero todo a su debido tiempo, claro.