Presentación

"Él es mi amigo más querido y el más cruel de mis rivales,

mi confidente y el que me traiciona,

el que me apoya y el que de mí depende;

y lo más espantoso de todo:

es mi igual"



lunes, 30 de enero de 2012

Nueva Memoria de Arena

Hola, gente bonita!! El día de hoy les comparto una nueva Memoria de Arena que tenía ya varias semanas en mi cuaderno, sólo que se me había olvidado transcribirla -_- Esperoque les guste, jeje, y por cierto, la próxima semana habrá una gran sorpresa aquí en el blog para los que leen Tsuki no Hikari XD

Memorias de Arena. II

MEMORIAS DE ARENA

II
Sabaku no Hayate (4 años) se encontraba intentando hacer un dibujo. Como primogénito del Kazekage de Suna, estaba muy bien protegido casi las 24 horas  (excepto cuando estaba con sus padres), sin embargo a él le daba igual eso; quería ser muy fuerte para valerse por sí mismo. Además, ahora tenía una gran responsabilidad en sus manos.
-Yuu-chan, mira.
Sonriendo, mostró la hoja a un bebé de cabello rojo que estaba recostado en una canasta. Sabaku no Hayate (1 año), su hermano menor, reía y balbuceaba mientras lo observaba dibujar. Hayate lo estaba cuidando en lo que su padre preparaba el biberón del pequeño.
-Estar aquí es muy aburrido –decía el niño-, pero a Tou-chan no le gusta que ande mucho yo solito por la calle. ¡Cuando sea mayor me volveré tan genial que todos me respetarán!
El bebé seguía balbuceando y agitaba sus manitas hacia él. Hayate lo cargó y miró al menor sonreírle con alegría.
-Yuu-chan, date prisa en crecer, así podremos jugar juntos.
-Nii… Nii-chan.
Los ojos verdes de Hayate se abrieron con sorpresa. Aquella era la primera palabra que su hermanito pronunciaba.
-¿Q-Qué dijiste? Yuu-chan, dilo de nuevo.
-Nii-chan.

Sai se encontraba en la cocina terminando de verter la leche en el biberón de su hijito. Si bien los niños tenían guardaespaldas, a él y a Gaara no les gustaba mucho dejar a sus hijos a cargo de otras personas (salvo Kankurou), se turnaban para poder estar con ellos.
-¡Aahhh!
El pelinegro se sobresaltó al oír semejante grito. Corrió a toda velocidad a la sala donde sus hijos se encontraban.
-¡Haya-kun! ¡¿Qué pasó?! –gritó alarmado
Se calmó de golpe al ver la escena que ahí se desarrollaba: su primogénito abrazaba al bebé quien reía ante los mimos de su hermano mayor.
-Eh… Haya-kun, ¿por qué gritaste?
-¡Tou-san! –lo miró emocionado- ¡Mi otouto-chan habló! ¡Dijo nii-chan! Anda, Yuu-chan, muéstrale a Tou-san. Dile quién soy yo –se señaló
-Nii-chan –dijo el pequeño
-¡Yuu-chan, te adoro! –restregaba su mejilla con la del pelirrojo- Nii-chan te promete que siempre te protegerá y nada podrá separarnos, ¿verdad, Tou-san?
-C-Claro, Haya-kun –sonrió también-, al menos hasta que aparezca alguien de quien Yuu-chan se enamore.
-Nunca –su mirada se tornó malévola-. Yo me encargaré de todo aquél que intente robarme a Yuu-chan.
-… Haya-kun, con esa expresión me recuerdas mucho a Gaara cuando se enoja.

Desafortunadamente para Hayate, no pasaría mucho tempo para que las palabras de su padre se cumplieran, ya que en la vida de su hermanito apareció un niño de cabello azabache y ojos azules que respondía al nombre de Uchiha Shizui.

-¿Por qué me ves así? –preguntó Shizui (16 años)
-Sólo recordaba –contestó Hayate (17 años)
-Nii-san, toma –dijo Yuuzuki (14 años) sonriendo mientras le servía una taza de té
-Muchas gracias, Yuu-chan –sonrió también al tiempo que por debajo de la mesa pateaba a su amigo
-Auch, ya deberías dejar de golpearme –se quejó el ojiazul mientras se sobaba
-Nunca, ladrón de pelirrojos lindos.
Sí, ya habían pasado muchos años, pero Hayate aún tenía presente su promesa. Y no pensaba olvidarla aunque la persona que terminó llevándose a su amado otouto fuera su mejor amigo.