CONOCIENDO AL
ABUELO UCHIHA
Uchiha Fugaku siempre fue un hombre serio, recto y
estoico, difícilmente mostraba sus emociones pues no quería parecer débil ante
nadie. Desgraciadamente esto fue lo que provocó tanta distancia con sus hijos y
construyó los cimientos de los caminos tan difíciles que les tocarían vivir.
Pero el día de hoy no vamos a ahondar en eso, pues hoy el patriarca Uchiha
conocerá a cuatro jóvenes que heredaron su sangre, pero cuyos padres los
estaban criando para que no tuvieran los mismos prejuicios ni ambiciones que
sus ancestros.
Fugaku no se consideraba lo suficientemente fuerte para
enfrentar a los cuatro chicos de una sola vez, por lo que pidió reunirse con
ellos uno por uno. Ahora en esa pequeña habitación se encontraba frente a él el
primogénito de su segundo hijo, un alto joven de dieciocho años de cabello
azabache, piel blanca e intensos ojos azules. Shizui físicamente era todo un
Uchiha (salvo por el color de los ojos), quizá lo que era poco habitual de ver
en los orgullosos varones de su clan era la sonrisa amable con que el chico lo
contemplaba.
-Me da gusto conocerte, ojii-san.
-… Lo mismo digo.
Detalló al chico que llevaba el nombre de su difunto
sobrino. Así era como Sasuke debió crecer, siendo un joven atento y amable, viviendo
felizmente su vida. Cometió muchos errores con él, pero era maravilloso ver que
pese a todo creció para convertirse en aquella confiable figura paterna que
siempre le faltó en su infancia. Shizui era la mejor prueba de ello.
-Se nota que eres alguien fuerte y confiable, Shizui.
Basta sólo con mirarte.
-Gracias, aunque mis ojos desentonan bastante de los de
un Uchiha –sonrió con gracia
-Creo que lo prefiero así –una diminuta sonrisa también
adornó el rostro del hombre-. ¿Cómo es tu vida en familia?
-Maravillosa, no podría pedir unos padres mejores, han
vivido tantas cosas, aún así nos dan la libertad para cometer nuestras propias
fallas y aprender de ellas. Pero también son muy sobreprotectores,
especialmente Sasuke Otou-san, jejeje.
-Es bueno saberlo. Él… ¿es feliz con Naruto-kun?
-Tendrías que verlos para darte una idea de cuánto. No
importa si están peleando o riendo, puedes notar lo dichosos que son
simplemente por estar juntos.
Ver a su nieto sonreír de aquella manera le llenaba de
orgullo el corazón. Ojalá pudiera haber pasado más tiempo con su familia y sus
descendientes. Pero no se puede cambiar el pasado, así que no tenía sentido
lamentarse.
-Cuídalos y atesóralos siempre –aconsejó-. Que tu familia
sea lo más importante para ti.
-Ellos también son tu familia, Ojii-san. Sólo un favor
–sonrió de medio lado-: tenle paciencia a mis hermanos menores, jajaja.
La siguiente en pasar a la habitación fue Uchiha Miku,
una belleza de quince años, piel blanca, largo cabello azabache y coquetos ojos
negros. En cuanto la miró, el pecho de Fugaku se estrujó, pues aquella joven se
parecía físicamente muchísimo a Mikoto a excepción de la sonrisa y la mirada.
Esas dos características no dejaban dudas de quién era la otra abuela.
-¡Ojii-san!
Sin previo aviso ella se le arrojó para abrazarlo con
fuerza. El hombre tardó unos segundos en reaccionar, pues lo tomó por sorpresa,
pero después correspondió al gesto con la misma intensidad. Le acarició la
mejilla con dulzura y la guió para que tomara asiento a su lado. Él no tuvo
hijas, pero viendo a esa encantadora chica quizá eso fue lo que le faltó para
no ser tan arisco y exigente con sus hijos.
-Pones una cara muy similar a la de Otou-san cuando me
mira –sonrió ella-. Aunque es evidente por qué, después de todo soy la princesa
del clan, jajajaja.
-Claro que sí.
Su nieta era la primera mujer que nacía después de la
masacre. Era sumamente expresiva, no tenía pizca de la seriedad y reservación
que se les inculcaba a la mayoría de los niños Uchiha, lo cual le agradaba
bastante. No quería que el nuevo clan de Sasuke llegase a cometer los mismos
errores que ellos en el pasado.
-¿Qué tal es vivir rodeada sólo de hombres?
-A veces un poco solitario –admitió-, no hay con quién
discutir cosas de mujeres, pero también es divertido. Gracias a que crecí con
mis hermanos aprendí a ser fuerte, además me encanta presumirlos porque los
tres son muy atractivos. Y ni se diga de Otou-chan y Otou-san, los amo
demasiado; además es muy divertido molestar a Otou-san porque me cela de manera
desmedida.
-Viéndote no lo puedo culpar. Seguro que hay más de un
pervertido detrás de ti.
-Tengo novio.
Fugaku abrió los ojos de sobremanera y luego arrugó el
ceño. ¡Pero si todavía era una niña! ¿Por qué rayos Sasuke y Naruto le habían
permitido involucrarse con algún tipejo que seguro no la merecía? Quizá Miku
adivinó sus pensamientos, porque volvió a reír y le sujetó una mano.
-Tranquilo, haces la misma cara que Otou-san cuando lo
ve. Mi novio es el primogénito del actual Kazekage. ¿Shi-chan aniki no te lo
dijo? Y eso que es su mejor amigo y además él está comprometido con el hijo
menor.
-¿Shizui está comprometido? –arqueó una ceja- ¿Un
compromiso arreglado?
-No, más bien iniciativa propia de Shi-chan aniki.
Fugaku continuó observándola durante unos minutos más antes
de suspirar resignado. Iba a confiar en el criterio de sus nietos; seguramente
los hermanos de Suna eran grandiosas personas para haber conquistado sus
corazones.
-En fin –volvió a suspirar y la contempló con ternura-…
Realmente te pareces a tu abuela. Te pareces a ambas.
-Lo sé. Muchas gracias, Ojii-san.
El tercer nieto había llamado su atención desde antes de
conocerlo, ya que supo que era considerado por todos como un genio, igual que
lo fue su primogénito alguna vez. Eso le preocupaba, ya que no quería que
terminara siendo orillado por un sendero oscuro como sucedió con su hijo cuyo
corazón era más noble que el de ninguno. La primera impresión de Fugaku al ver
a Fumiya lo colmó un poco de alivio: físicamente no se parecía en nada a los
Uchiha. A sus trece años con ese cabello era rojo (digno heredero del clan
Uzumaki), ojos azules y piel canela mostraban perfectamente quiénes eran su
padre y sus otros abuelos; lo único que no encajaba con él era la expresión tan
seria con que lo observaba, ahí sí no cabía duda de que era el niño de Sasuke.
-Así que es cierto –habló el chico-. Otou-chan siempre
dice que mis gestos son muy Uchiha, después de ver a Otou-san y a ti eso queda
más que claro.
-Tienes una personalidad completamente diferente a la de
tus hermanos mayores –no pudo evitar sonreír-. Me gusta, debo admitirlo. Jamás
habrá alguien que pueda manipularte.
-Por supuesto que no, Otou-chan y Otou-san me han
enseñado a seguir mi propio camino ninja.
-Definitivamente ellos han hecho un buen trabajo criándolos
–lo miró-. Tus ojos… ¿tienes el Sharingan?
-Desde que cumplí siete años. Soy el primer Namikaze que
lo tiene.
-¿Namikaze? Ya veo, no llevas el apellido de mi clan.
Supongo que es entendible teniendo en cuenta que desciendes de otra poderosa
familia que no estuvo a punto de cometer traición.
-Cierto, pero no es por eso que lo cambié –intercambió
miradas con su abuelo-. Simplemente decidí
continuar con el otro lado de mi legado. Yo estoy sumamente orgulloso de
la sangre que poseo.
Fugaku sonrió también con orgullo. Era evidente que ese
chico sería el más difícil de tratar, puesto que no abre su corazón tan
fácilmente como sus hermanos, pero el que estuviera ahí y admitiera que no le
importa ser un Uchiha, sino al contrario, bastaba para que valiera la pena
soportar sus comentarios un tanto mordaces.
-¿Qué tal te llevas con Sasuke?, ¿no es complicado
teniendo en cuenta que sus personalidades son similares?
-Realmente no. Al contrario, es por eso que nos
entendemos bien.
-¿Y qué hay con el resto de tu familia?
-Amo a Otou-chan, aniki, nee-san y otouto. Daría mi vida
por ellos sin dudarlo.
-Me parece excelente esa actitud, pero procura no morir
–le puso una mano en el hombro-. Si de verdad te preocupas por ellos, haz lo
posible por siempre regresar a su lado.
-… Comprendo… Ojii-san.
Fugaku suspiró un poco fatigado. Aquello estaba
resultando sumamente gratificante, pero también cansado. Esos chicos eran tan
distintos entre sí que estaba haciendo todo su esfuerzo para poder tratar con
cada uno. Le faltaba el menor de sus nietos, aunque la verdad sea dicha era al
que más temía conocer. En cuanto supo su nombre, todo el peso que provocaron
las decisiones que tomó cayó con más fuerza sobre sus hombros. Escuchó ruidos y
vio a un sonriente niño de nueve años, largo cabello rubio y ojos negros entrar
a la habitación. El pequeño lo observaba con curiosidad y fue ahí cuando todo explotó. Fugaku corrió hacia él y lo
atrajo en un abrazo con todas sus fuerzas, sorprendiendo al niño unos
instantes, pero se dejó hacer. Uchiha Itachi tenía exactamente los mismos ojos
que su primogénito, el grandioso joven que tanto orgullo trajo a su clan, que
amaba a su hermanito incondicionalmente y deseaba una aldea en paz; el
pelinegro que seguro adoraría compartir el nombre con su sobrino más joven.
-Ojii-san, ¿estás bien?, ¿quieres que te traiga algo?
-No –poco a poco lo soltó-, estoy bien.
-Menos mal –sonrió con alivio y, sin previo aviso, jaló al
adulto para que se agachara y así sujetarle las mejillas-. Quita esa cara,
Ojii-san, deberías mostrarte más alegre. Otou-chan siempre le hace esto a
Otou-san cuando lo ve de mal humor.
-Ya veo –una diminuta sonrisa se formó en su cara para
complacer al chico-. Te prometo que sonreiré más.
-¡Esa es la actitud, jajaja!
El rubio frente a él era sumamente alegre, risueño, por
las manchas en su ropa también podía deducir que era inquieto, hiperactivo y
enérgico. Fugaku conoció a una pelirroja que seguramente estaría muy orgullosa
de su nieto. Y no dudaba que ese pequeño era el que causaba dolores de cabeza a
sus padres.
-Dime algo –habló el moreno-, ¿eres feliz, Itachi?
-¡Sí! –gritó con emoción- Tengo una familia increíble,
grandiosos amigos, la aldea donde vivo es muy tranquila y el ramen de Ichiraku
sigue siendo delicioso. Lo único malo es que Otou-san siempre se da cuenta de
mis travesuras, jejejeje, Otou-chan dice que debo mejorar mis habilidades para
que no me atrape –alzó un puño con decisión
El Uchiha lo observó para después soltar una ligera risa.
Ese pequeño era sumamente divertido, no había forma de que te deprimieras a su
lado. Si el destino hubiese sido de otra manera, Mikoto, Itachi y él podrían
pasar tiempo con los cuatro niños y verlos crecer. Lo único que podía hacer
Fugaku ahora era agradecer que Naruto se cruzara en el camino de Sasuke y
juntos hubiesen formado esa maravillosa familia. Sólo le quedaba cuidar de
todos ellos desde el más allá.
FIN
THE END
OWARI
Ohhhhhhhhhhhh!!!!!!! Que hermoso!!! estoy llorando T-T estas partes especiales siempre me hacen enormemente feliz y a la vez me dan un sentimiento de tristeza pues como desearia que tanto Sasuke como Naruto hayan tenido infancias hermosas, pero bueno, su pasado dio la pauta para lo que serian despues y leer sobre su familia y como todos son felices al final me hace muy, muy feliz.
ResponderEliminarMuchas felicidades por el aniversario Higary!!! Espero leer pronto nuevas cosas de ti!! Saludos
Esque mi suegrito no es tan malo -w-
ResponderEliminarAdemas, como resistirse a estos lindos niños, y mas sabiendo que llevan tu sangre :3
Seria mucho pedir pero, seria genial si hubiera pequeños cortos como este con los demas abuelos. Me gustaria ver como reacciona Minato al conocer la familia que formo su pequeño =w=
Felicidades por estos 8 años!!
Saludos^^
TnT
ResponderEliminarMuuuuuy bonitoooo buaaaaaa
Solo que ahora me quede con ganas de ver a los otros tres abuelos XD
No se una Kushina aconsejando a un rubio sobre como hacer trabesuras y no ser descubierto y a su vez ambos estirando de las mejillas de un serio Fumiya jajaja
Un Minato conociendo a la perfecta combinación de su hijo y su yerno.
Y a una Mikoto elogiando a su única nieta
Jajaja
Me han encantado todos los extraaaas
Creaste una gran familia
Me encanta
Bye bye
Me gustaria ver a kushina con itachi me imagino que la pasaria haciendo un gran alboroto.
ResponderEliminarKishina con miku su abuela dandole algun consejo para el matrimonio